por JOSÉ MARÍA GUTIÉRREZ
Una vez superada la agitación preelectoral, una vez consumida la “fiesta de la democracia”, una vez asumidas las presumibles convulsiones electorales y una vez repartida la tarta del poder prácticamente en las mismas proporciones que en la anterior legislatura gracias a esos juegos en forma de pactos que tanto gustan a los políticos, quería recomendar-solicitar-sugerir a los nuevos-viejos responsables de las parcelas culturales que presten un poco más de atención a la música, pero a la facturada en la región.
En esta época en la que se vende a la sociedad la ilusión ante cuatro años al frente de concejalías y consejerías y las ganas de iniciar o completar proyectos y de trabajar en beneficio no de uno mismo, sino de ese pueblo silente que, en teoría, les ha elegido para esos cargos, desde esta tribuna me voy a permitir redactar a los políticos culturales un programa de trabajo para el futuro cercano, con el fin de que adviertan cuáles son las necesidades reales dentro del ámbito de la música y por si quieren, además, ahorrarse los sueldos de sus ayudantes, que no están los presupuestos para excesos después de aniversarios y años jubilares. Me voy centrar, pues, estrictamente en el apartado musical, ya que no quiero abrumarles tan pronto con muchas peticiones. Tiempo al tiempo, que ya habrá más oportunidades.
En primer lugar, concejales municipales y consejeros regionales, querría pedirles una reivindicación moral muy barata: que considerasen la música como una modalidad cultural más, como cualquier otra, obviedad que no lo es, porque aquí también hay divisiones y categorías. Diferencias que también afectan a los géneros, porque supongo que no sea obligatorio dedicarte en exclusiva al folk para que potencien tus festivales o promocionen y fomenten tu trabajo. Las políticas de apoyo a este género tan nuestro supongo que también podrían ser perfectamente exportables o equiparables al resto de estilos.
También quería pedir locales “legales” y suficientemente acondicionados para que los grupos puedan tocar. Cantabria dispone en torno a dos centenares de grupos musicales, que sobreviven casi de milagro, porque el circuito de locales brilla por su ausencia. Sobre todo en Santander, que aunque acumula casi la mitad de la población de la región dispone de escasísimos locales con programación musical estable. El objetivo fundacional de todas las bandas suele ser tocar en directo, poder compartir sus creaciones con el público, imbricar sentimientos colectivos, transmitir sensaciones al espectador... Pero en Cantabria conseguir esos directos es casi una utopía. Actualizar ordenanzas, habilitar infraestructuras industriales abandonadas, programar ciclos que se dilaten en el tiempo a lo largo del año –A solas con... y Show hall son dos ejemplos–, conceder algún tipo de ayudas a los locales a los que no les importa fomentar la música en directo... Son muchas las soluciones que se pueden buscar, pero muy pocas las que se convierten en realidad.
No vamos a solicitar aquí más Springteen, Shakira, Black Eyed Peas, Marc Anthony..., porque esos lujos son excepcionales, pero hay que comer todos los días del año y, aunque a nadie le amarga el caviar, las viandas comunes y de la casa ayudan también a sobrevivir, a pasar el día a día, a vencer la rutina y, cómo no, bien preparadas, son también atractivas para el paladar.
Pero para poder ofrecer conciertos, los grupos tienen que realizar otra tarea previa fundamental: ensayar. Si lo de los locales de conciertos hoy en día es una quimera, los de los ensayos escapa a cualquier calificativo. O tal vez se podrían encontrar muchos –despectivos– para definir los “habitáculos” donde muchos músicos tienen que trabajar, con riesgo claro para su salud. Y aquí sí que la tarea es más fácil de solucionar: bastaría con acondicionar algunas de las muchas infraestructuras abandonadas o cuya utilidad encontró mejor ubicación en otras instalaciones más modernas. Se anunciaron proyectos en el Barrio Pesquero –nave Sotoliva–, en Gamazo –nave de los antiguos carpinteros del puerto–... pero en eso quedaron, en proyectos, como tantas otras cosas. La nómina de grupos justifica ya sobradamente esta propuesta y asegura que esos posibles locales estarían siempre útiles y en servicio.
En lo que respecta a los concursos, hay menos que pedir porque hay un listado notable si unimos los de iniciativa privada y pública. Pero, puestos a pedir, ¿no sería recomendable reestructurar los premios? La dotación económica está bien, la edición de un DVD también, pero la grabación de un disco conjunto de todos los ganadores y finalistas, no creo que tanto. Quizás solicitar la publicación de un disco en solitario del ganador de cada modalidad pueda parecer una petición un poco cara, pero en otras materias el dinero se derrocha mucho más alegremente... En la época en la que vivimos, en la que la cara positiva de Internet permite la rápida y fácil difusión de la música a través de medios como myspace, un disco ya no es tan fundamental como hace años para darse a conocer. Y uno colectivo tiene poco sentido, así que sería mejor destinar el dinero a hacerlos individuales o, en su defecto, a aumentar la recompensa económica y que cada cual lo emplee en su propio beneficio.
Por el momento, estas son todas las solicitudes, creo que modestas y fácilmente realizables. A ver si esta vez hay suerte. Juro que este artículo está escrito tras las elecciones autonómicas de 2007 y no las de 2003, porque es probable que a más de uno le suenen repetitivas estas peticiones, pero me temo que también me van a servir para resumir mis anhelos de cara a la legislatura que comenzará allá por 2011. Al tiempo.
También quería pedir locales “legales” y suficientemente acondicionados para que los grupos puedan tocar. Cantabria dispone en torno a dos centenares de grupos musicales, que sobreviven casi de milagro, porque el circuito de locales brilla por su ausencia. Sobre todo en Santander, que aunque acumula casi la mitad de la población de la región dispone de escasísimos locales con programación musical estable. El objetivo fundacional de todas las bandas suele ser tocar en directo, poder compartir sus creaciones con el público, imbricar sentimientos colectivos, transmitir sensaciones al espectador... Pero en Cantabria conseguir esos directos es casi una utopía. Actualizar ordenanzas, habilitar infraestructuras industriales abandonadas, programar ciclos que se dilaten en el tiempo a lo largo del año –A solas con... y Show hall son dos ejemplos–, conceder algún tipo de ayudas a los locales a los que no les importa fomentar la música en directo... Son muchas las soluciones que se pueden buscar, pero muy pocas las que se convierten en realidad.
No vamos a solicitar aquí más Springteen, Shakira, Black Eyed Peas, Marc Anthony..., porque esos lujos son excepcionales, pero hay que comer todos los días del año y, aunque a nadie le amarga el caviar, las viandas comunes y de la casa ayudan también a sobrevivir, a pasar el día a día, a vencer la rutina y, cómo no, bien preparadas, son también atractivas para el paladar.
Pero para poder ofrecer conciertos, los grupos tienen que realizar otra tarea previa fundamental: ensayar. Si lo de los locales de conciertos hoy en día es una quimera, los de los ensayos escapa a cualquier calificativo. O tal vez se podrían encontrar muchos –despectivos– para definir los “habitáculos” donde muchos músicos tienen que trabajar, con riesgo claro para su salud. Y aquí sí que la tarea es más fácil de solucionar: bastaría con acondicionar algunas de las muchas infraestructuras abandonadas o cuya utilidad encontró mejor ubicación en otras instalaciones más modernas. Se anunciaron proyectos en el Barrio Pesquero –nave Sotoliva–, en Gamazo –nave de los antiguos carpinteros del puerto–... pero en eso quedaron, en proyectos, como tantas otras cosas. La nómina de grupos justifica ya sobradamente esta propuesta y asegura que esos posibles locales estarían siempre útiles y en servicio.
En lo que respecta a los concursos, hay menos que pedir porque hay un listado notable si unimos los de iniciativa privada y pública. Pero, puestos a pedir, ¿no sería recomendable reestructurar los premios? La dotación económica está bien, la edición de un DVD también, pero la grabación de un disco conjunto de todos los ganadores y finalistas, no creo que tanto. Quizás solicitar la publicación de un disco en solitario del ganador de cada modalidad pueda parecer una petición un poco cara, pero en otras materias el dinero se derrocha mucho más alegremente... En la época en la que vivimos, en la que la cara positiva de Internet permite la rápida y fácil difusión de la música a través de medios como myspace, un disco ya no es tan fundamental como hace años para darse a conocer. Y uno colectivo tiene poco sentido, así que sería mejor destinar el dinero a hacerlos individuales o, en su defecto, a aumentar la recompensa económica y que cada cual lo emplee en su propio beneficio.
Por el momento, estas son todas las solicitudes, creo que modestas y fácilmente realizables. A ver si esta vez hay suerte. Juro que este artículo está escrito tras las elecciones autonómicas de 2007 y no las de 2003, porque es probable que a más de uno le suenen repetitivas estas peticiones, pero me temo que también me van a servir para resumir mis anhelos de cara a la legislatura que comenzará allá por 2011. Al tiempo.
1 comentario:
Anda que meter en el mismo saco a Springsteen y Marc Anthony tiene bemoles
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