DÍA INTERNACIONAL DE LA DANZA

La cabeza y las piernas según Noverre. Y… La Creación de Haydn y El Lago de los Cisnes de Tchaikowsky en el Palacio de Festivales de Cantabria

por MARÍA LUISA MARTÍN-HORGA

El 29 de abril de 1727 nació el coreógrafo francés Jean Georges Noverre, gran innovador de la danza y una de las figuras más significativas en el impulso del ballet. En su homenaje se instituyó por parte de la UNESCO en 1982, ya hace veinticinco años, la celebración del Día Internacional de la Danza cada 29 de abril. Noverre modificó el ballet en el siglo XVIII porque entendió la danza como un arte y no como un mero entretenimiento. Sus ideas renovadoras encontraron fuerte oposición y, como tantos otros creadores y visionarios, sufrió el haberse adelantado a su tiempo. Las constantes intrigas y presiones que recibía de sus compañeros de trabajo llegaron a hacerle dimitir como director de la Ópera de París. Hombre culto e ingenioso, fue el artífice de la culminación de las ideas del ballet de acción cuyos precursores habían sido Hilferding y Angiolini. Además de su trabajo creativo, como bailarín y coreógrafo, y de su labor como maestro realizó una importante obra teórica en la que expone y justifica sus nuevas ideas sobre el ballet. En 1759 escribió sus célebres Cartas dirigidas al Duque de Wurtemberg y que han llegado, a diferencia de sus ballets, hasta nuestros días. Dice Eduardo Punset que “el alma está en el cerebro” y, aunque no hubiera técnicas de neuroimagen en el XVIII, Noverre lo tenía muy claro como vemos en estas frases extractadas de sus Cartas: “No se pinta con las piernas, y mientras que la cabeza de los bailarines no guíe a sus pies, éstos siempre seguirán una ruta extraviada, su ejecución será maquinal y se dibujarán a sí mismos con frialdad y mal gusto”, “La falta de luces y la estulticia que reina en la mayoría de los bailarines tiene su origen en la mala educación que comúnmente reciben”, “Para que nuestro arte consiga ese grado de sublimidad que pido y deseo para él, es absolutamente necesario que los bailarines dividan su tiempo y sus estudios entre el espíritu y el cuerpo...”. Sus escritos dan todavía mucho que pensar en nuestros días, cuando la educación sigue siendo un caballo de batalla dentro del mundo profesional y la palabra flexibilización se esgrime, con un dudoso honor, mucho más que la de preparación. Corramos un tupido velo.
En el marco de las celebraciones del Día Internacional de la Danza podemos incluir en Cantabria la actuación del Ballet de la Ópera de Leipzig los días 27 y 28 de abril en el Palacio de Festivales. Esta compañía ofrecerá La creación de Haydn con coreografía de Uwe Scholz. Prolífico autor, el prematuramente desaparecido coreógrafo alemán comenzó estudiando música en el Conservatorio de Darmstadt hasta que siendo adolescente entró en la Escuela de Ballet que dirigía John Cranko. A los 17 años ya había hecho su primera coreografía. Sus obras son extremadamente musicales y suelen estar creadas para un número amplio de bailarines. Scholz manifestó una vez que le gustaría ser considerado como una pizca de Cranko más un poco de Balanchine fundidos un cuarto de siglo después. Su propuesta de corte neoclásico nos acerca a la mejor danza creada en Alemania.
Otra proposición atractiva este primer semestre es El lago de los cisnes del Ballet Nacional de Lituania con la estrella internacional Igor Yebra y la bailarina principal del Stuttgart Ballet, Alicia Amatriaín, como artistas invitados. Es difícil ver un clásico y El lago de los cisnes es el que habría que escoger si, hipotéticamente, sólo pudiera verse un ballet en la vida. Esta obra fue clasificada durante años como el ballet clásico por excelencia, pero hoy se admiten sin discusión tanto sus raíces románticas como su anticipación en algunos aspectos al ballet del siglo XX. La versión que ha llegado hasta nuestros días data de la estrenada en San Petersburgo en el Teatro Maryinsky el 17 de enero de 1895, cuando Tchaikowsky ya había muerto. Su previo estreno en el Bolshoi de Moscú el 4 de marzo de 1877 con coreografía de Wenzel Reisinger pasó sin pena ni gloria. Varios coreógrafos probaron suerte, pero hubo que esperar a la versión de Petipa y su asistente Lev Ivanov, auténtico artífice del segundo acto, para que esta obra entrase en la historia de la danza.

No hay comentarios: