LA MÚSICA DESDE LEJOS

Dedicación plena y a tiempo completo. Esta es la aspiración de quien emprende el deseo y el camino de la música profesional. Lograrlo o no es otra cuestión. En eso está Alberto Gorrochategui, sin importarle la distancia: un santanderino en París.

por GUSTAVO MORAL

Hablar de música es un privilegio, igual que lo es hablar con músicos acerca de su oficio y, a pesar de no ser maestro en nada, poder aprender de todo un poco junto a ellos. Me considero afortunado de ser testigo de las progresiones de aquellos "jóvenes valores" que hace unos años se aventuraban a dejar Cantabria para profundizar en su aprendizaje e intentar ser alguien –ellos mismos- en el complicado mundo de la música. Muchos son los llamados, pocos los elegidos y apenas unos cuantos los que finalmente podrán dedicar todo su tiempo a la música. Lo están intentando, “desde lejos”.
Les quiero hablar de Alberto Gorrochategui, por ejemplo y como ejemplo de lo que es la dedicación y el día a día de quien, además de ser músico, quiere vivir de ello. Desde hace un par de años se encuentra en París, donde gracias a una beca de la Fundación Marcelino Botín amplia los estudios de violonchelo que concluyó en el Real Conservatorio de Música de Madrid. Sus primeros estudios fueron en Santander, en el Municipal Ataúlfo Argenta, pero ahora las clases las recibe de un gran maestro, Philippe Müller, al tiempo que realiza Música de Cámara y Orquesta en el conservatorio de Aulnays sous Bois. Cuando hablo con él para redactarles este artículo –ya saben que el presente del que escribe siempre es el futuro del que lo leerá-, Alberto prepara un concierto que se celebrará –se celebró para usted- a mediados de marzo en el Colegio de España de la capital francesa. Tiene otras citas posteriores, en la Fundación Eutherpe de León o en el Ateneo de Santander, junto al pianista Carlos Galán, con el que forma dúo. Los concursos también se suceden, como lo hacen los premios que garantizan la calidad de Gorrochategui: el pasado año logró el Florián de Ocampo y el prestigioso Jacinto Guerrero. Incluso le pudimos ver realizando conciertos didácticos por toda Cantabria o en diversos actos públicos junto al cuarteto Medicea.
Pero eso es el presente, y conviene mirar hacia el futuro. "Quiero seguir estudiando y buscar nuevos conciertos", nos dice en una conversación que, gracias a la tecnología de los ordenadores, mantenemos en la distancia. El en su apartamento parisino, cerca del cementerio de Pere Lachaise donde se encuentran los restos de muchos inmortales de la clásica –Bellini, Bizet, Chopin, Faure, Poulenc, Rossini-, yo en Santander y unidos por la conversación que nos facilita un conocido programa en Internet. "El curso próximo quiero estar en Berlín, para dar clase con Wolfgang Boettcher y también en Italia con Enrico Dindo". La apuesta más fuerte la plantea en un proyecto al que le quedan unas semanas para hacerse realidad y presentarse al público de Santander, el Trío Ataúlfo Argenta, un grupo de cámara integrado por tres músicos cántabros que, desde fuera –no quiero emplear el término exilio- quieren unirse para hacer música: además de Gorrochategui, el violinista Daniel Álvarez, actualmente en Estados Unidos y el pianista Pablo López Callejo, profesor en el Conservatorio Profesional de Salamanca.
"Es muy difícil conseguir conciertos", nos dice con cierta resignación realista. "Somos jóvenes y cuesta ganarse la confianza de los que te contratan. Aún así lo vamos a intentar: es a lo que nos queremos dedicar". Un optimismo creciente que tiene una meta concreta: "El tiempo y, sobre todo, los conciertos darán resultados y el interés por nosotros irá subiendo. A ver hasta dónde podemos llegar".
Alberto Gorrochategui prefiere, por encima de todo, la música de cámara. "Es la forma más directa para comunicarte con el público", cuenta el violonchelista. "Hay mucha intimidad y a la hora de preparar un concierto puedes trabajarlo más intensamente que si estas en una orquesta, donde todas las semanas haces un programa distinto y no tienes tiempo de profundizar en la música".
¡La orquesta! Es ineludible, al hablar con un intérprete, terminar hablando de una orquesta, evidenciando nuevamente que en Cantabria no hay ninguna. "Yo iría a Santander para trabajar en una orquesta", nos confiesa Alberto, "pero no a cualquier precio. Tendría que ser una formación profesional. Me gustaría vivir en mi tierra, pero para realizar un trabajo serio, de lo contrario todo el esfuerzo de estos años no serviría para nada". La orquesta de RTVE reclama asiduamente la presencia de Alberto Gorrochategui en su plantilla, pero de momento este santanderino quiere dar una oportunidad a su proyecto musical junto al trío.
Desde París ve la cosas con la distancia suficiente que le permite la comparación y el aprendizaje. "La vida musical es muy diferente aquí. Las salas están siempre llenas de público y hay ayudas para que los jóvenes puedan ir a ellos. Precios asequibles, entradas que únicamente puedes comprar una hora antes de que empiece el concierto... Las familias van con los niños pequeños a escuchar música; como en España se va a un partido de fútbol aquí se va, por ejemplo, al Concurso Rostropovich".
Cuando lean este artículo Alberto Gorrochategui ya habrá tocado piezas de Bach, Beethoven y Brahms en el Ateneo. Ahora que lo estoy redactando espero con ganas ese momento. Cuestiones de lo que se escribe.

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