LA SYLPHIDE

Plato fuerte de la programación de danza del Festival Internacional de Santander

por MARÍA LUISA MARTÍN HORGA


La 56 edición del Festival Internacional de Santander nos ofrece este verano un intenso programa de danza que incluye la visita de una de las grandes compañías de ballet de Estados Unidos, el Boston Ballet, la presencia de solistas del New York City Ballet, y a la Compañía del desaparecido Antonio Gades con su obra más emblemática: Carmen.
La visita del Boston Ballet no es nueva en Cantabria ya que esta compañía actuó en 1991 en el propio Festival Internacional, por primera vez en la sede del Palacio de Festivales, con una Giselle protagonizada por la española Trinidad Sevillano. También solistas del New York City Ballet han actuado en el Festival todavía en el marco de la Plaza Porticada. Pero aunque las apariencias pudieran indicar que el sabor de la danza en el Festival va a ser, al margen de Carmen, genuinamente americano, una lectura más profunda nos desvela una importante presencia nórdica en el equipo creativo e hispana en el interpretativo.
El Boston Ballet está en la actualidad dirigido por el finlandés Mikko Nissinen, que ha contado con su compatriota Sorella Englund para realizar el montaje y la revisión coreográfica de La Sylphide. Por su parte, el danés Nilas Martins es anunciado como responsable coreográfico del programa de los solistas del New York City Ballet, encabezado por el español Joaquín de Luz, compañía de la que Martins es bailarín principal desde 1993.
El Boston Ballet ofrecerá dos programas distintos con dos opciones muy diferentes tanto técnica como estilísticamente: La Sylphide, en doble jornada, y un homenaje a Balanchine. La Orquesta del Teatro Nacional de Ópera y Ballet de Lituania acompañara estas representaciones.
La Sylphide es una joya del ballet romántico del siglo XIX y viene avalada por la firma de Englund junto a la de Bournonville. Aunque la primera versión de este ballet se debe a Filippo Taglioni sobre música de Jean Schneitzhoeffer y fue estrenada en París el 12 de marzo de 1832, es la versión de Auguste Bournonville, estrenada el 28 de noviembre de 1836 en Copenhague sobre música de Herman Lovenskjold, e inspirada en aquélla, la que ha llegado hasta nuestros días. Esto se debe a que, a diferencia de lo ocurrido en Francia, la obra ha permanecido en el repertorio activo del Real Ballet de Dinamarca, que la ha seguido representado hasta la actualidad.
Pero ¿qué tienen que ver los finlandeses con la escuela danesa de ballet? En principio muy poco, ya que es la escuela rusa de ballet la que ha ejercido mayor influencia tanto en el Ballet Nacional de Finlandia como en su escuela y bailarines. ¡Hasta ahora! Ya que en la actualidad la danesa Dinna Bjørn, hija del emblemático bailarín y mimo danés Niels Bjørn Larsen, es la directora del Ballet Nacional de Finlandia. Además, Dinna Bjørn es la autora de otra coreografía de La Sylphide recientemente presentada en Holanda por el Het National Ballet.
La versión que trae el Boston Ballet es responsabilidad de Sorella Englund que, aunque formada en Finlandia, ha sido bailarina del Real Ballet Danés durante muchos años y es una gran experta en el estilo y escuela de Bournonville. Englund, cuya carrera como bailarina se vio truncada tras sufrir un ataque al corazón con sólo 33 años, achacado al hecho de haber padecido anorexia en su juventud, dedicó entonces sus esfuerzos “a estudiar mil cosas diferentes porque quería tener otros conocimientos, no sólo bailar”. Por cierto, el Ballet de Boston tiene su propia leyenda negra después de que en 1997 una bailarina de esta compañía, Heidi Gunther, de 22 años de edad, muriera de un ataque al corazón tras haber desarrollado anorexia nerviosa, según las demandas que su madre presentó contra la compañía por la excesiva presión que recibió desde la dirección para que perdiera peso. Afortunadamente el nuevo director Mikko Nissinen ha manifestado la necesidad de primar la salud de los bailarines. Por nuestra parte, como críticos, como espectadores, y como personas que aman la belleza y el arte, estamos en la obligación de denunciar, nunca aplaudir, a los coreógrafos y maestros que imponen una estética enfermiza en el escenario y convierten un ballet en un horror semejante al de un campo de concentración.
Afortunadamente Sorella se recuperó y se especializó en papeles de carácter que requieren grandes dotes interpretativas y, en general, menos esfuerzo físico que otros roles principales. Esta bailarina ha sido internacionalmente aclamada por su interpretación de Madge en La Sylphide junto al Real Ballet Danés. Su visión de este ballet parte de un profundo conocimiento tanto del estilo y la escuela danesa como de su historia, lo que hace esta propuesta del Festival muy interesante aunque no provenga directamente del Real Ballet de Dinamarca.
El programa homenaje a Balanchine se compone de Serenade, The four temperaments y Who cares? Obras del siglo XX y creadas por el ruso que, paradójicamente, fundó un estilo de ballet auténticamente americano. Al igual que ocurría con La Sylphide, no es el Boston Ballet la compañía que atesora el legado de Balanchine, pero obviamente se espera rigurosidad y autenticidad en la presentación de su trabajo por la intervención de bailarines familiarizados y habituados con su repertorio. En cuanto a los intérpretes, el Boston Ballet cuenta en sus filas con, al menos, diez bailarines hispanos; por ejemplo, entre los artistas principales se encuentran la argentina Erica Cornejo y su esposo el colombiano Carlos Molina; los cubanos Lorna Feijóo junto a su esposo Nelson Madrigal y su compatriota Reyneris Reyes; y Yury Yanowsky, formado en España.
La Sylphide parece que va a ser el plato fuerte de un Festival Internacional de Santander que se promete muy interesante en el campo de la danza y que habrá que absorber y disfrutar al máximo para compensar la sequía que en este apartado nos espera en la programación de momento anunciada por el Palacio de Festivales hasta fin de año.

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